En un principio el pueblo contó con un pequeño oratorio bajo el acantilado occidental de Tebas dedicado a Amenhotep I y a su madre, Ahmés-Nefertary. Poco tiempo después, su supuesto fundador, Tuthmés I, construyó para sus chicos un sagrado anexo dedicado a Hathor que fue agrandado por Sethi I convirtiéndolo en un santuario como la diosa mandaba.
Como todo buen egipcio que se preciara, los habitantes de Deir el-Medina eran gente piadosa, pero ellos en especial debieron ser los precursores de la regla de San Benito xD. “Ora et labora” sería poco más o menos su lema, ya que las excavaciones practicadas alrededor del templo han destapado las capillas de las diferentes cofradías de los habitantes del pueblo.
Ramsés II también se dejó de caer por allí, e hizo sus añadidos al templo de Hathor además de construir un templo dedicado a Amón al noroeste de la colina de Qurnet Murrei, muy cerquita del cementerio Este.
Algunas capillas consagradas a los cultos de la colectividad aparecieron en la ladera de la colina.
El pueblo quedó abandonado en tiempos de Ramsés IX. Según Bruyère parece que salieron a la fuga dejando allí sus enseres cotidianos y refugiándose tras los muros de Medinet Habu.
Se ve que el lugar estaría muerto, pero no olvidado, ya que el nubio rey Taharka construyó allí una capilla a Osiris que duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio. La siguiente dinastía, la saíta la utilizó para la construcción de la tumba de la Divina Adoratriz Ankhnes neferibre.
El famoso templo de Hathor que podemos ver hoy en día bajo el acantilado occidental de Tebas, es de origen ptolomaico, se construyó cuando “el pueblo” llevaba centurias deshabitado.
En aquel momento Tebas ya no era la capital, los ptlomeos andaban por otros lares, pero “Dyamet” (Medinet Habú) se engrandecía con nuevas construcciones que llegaron hasta Deir el-Medina. El honor se debió a Ptolomeo IV Filopator, que en su jamacuco constructivo se cargó los restos de los lugares de culto de los servidores en la sede de la verdad para construir su templo. El ptolomaico templo de Hathor de Deir el-Medina, quizá no tan feo como otros de su dinastía.
Tampoco me voy a poner fiera con el Ptlomeo, que en esa época los templos originarios de mi querido Pa-demi andarían bastante cascadillos.
El templuchi:
Julio Cesar que no se si llegaría pasar por allí, añadió un pequeño Iseo en la parte posterior del templo.
Luego se instalarán allí los primeros cristianos, que harán su agosto saqueando las tumbas de la necrópolis. Los seguirán los anacoretas que se instalan en ellas en plan "okupa", y encima del destrozo que causarán, fliparán cargándose representaciones femeninas supongo que para evitar las tentaciones del diablo.